19/03/2024
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AYUDA A QUIEN CONOCES Al leer estas líneas, quizás a quien estés ayudando sea a ti mismo. O a alguno de tus hijos, o un amigo de tus hijos. O quizás sea un amigo o compañero de escuela que te ha confiado algún problema que esté experimentando (o que has percibido). O a uno de tus alumnos en la escuela. Sea quien fuera quien pudiera estar viviendo algún problema, es importante poder reconocer algunos de los síntomas que pudieran estar relacionados con trastornos mentales -de distintos niveles de gravedad- o trastornos en la conducta que conlleven a dificultades de inserción en el entorno social y escolar. O bien puede ser que no se trate de un trastorno mental, sino que alguien está siendo objeto de acoso escolar. Si alguno de los síntomas que se describen a continuación te son familiares -en tus propias vivencias, o en las de un familiar, amigo o alumno-, la mejor forma de ayudar es propiciar de inmediato la consulta con un profesional de la salud mental a fin de realizar un diagnóstico y un tratamiento adecuado. La detección e intervención precoz es vital. No dejes de actuar con celeridad, y ante cualquier duda puedes comunicarte con estas páginas a través del área de consultas en línea. Pero ten presente que la consulta personal con un profesional de la salud mental es un paso ineludible ante la presunción de un trastorno mental, una conducta disocial o un caso de bullying (acoso escolar) de cualquier niño y adolescente de tu entorno. O tú mismo, si eres tú el que se siente identificado con alguno de estos síntomas. Los síntomas varían dependiendo del tipo de trastorno mental o problema escolar, pero cualquiera de los síntomas generales que se detallan a continuación son un indicio de la necesidad de actuar ante la posibilidad de un serio agravamiento: - Abuso de drogas o de alcohol. - Falta de habilidad para enfrentar problemas y actividades de la vida cotidiana. - Cambios en las rutinas del sueño o en los hábitos alimentarios. - Excesivas quejas de malestares físicos. - Desafíos a la autoridad. - Faltar a menudo a la escuela. - Robar o dañar la propiedad ajena. - Temores intensos de aumentar de peso. - Periodos prolongados de estados de ánimo negativos, a menudo acompañados por pérdidas de apetito y pensamientos de muerte. - Frecuentes estallidos de ira. - Cambios negativos en el rendimiento escolar, a pesar de la realización de grandes esfuerzos. - Pérdida de interés en los amigos y en actividades que usualmente disfrutaba. - Incremento significativo del tiempo pasado en soledad. - Preocupación o ansiedad excesiva. - Hiperactividad. - Pesadillas persistentes o terrores nocturnos. - Desobediencia persistente o comportamientos agresivos. - Frecuentes rabietas temperamentales. - Escuchar voces o ver cosas que no están presentes (alucinaciones) Ante cualquiera de estos síntomas, es imprescindible consultar sin dilaciones con un profesional de la salud mental. Pasarlos por alto sólo redundará en un agravamiento de trastornos que, tratados en tiempo y en forma, pueden ser curados o controlados.
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